sábado, 29 de enero de 2011

La libertad de sentirse libre

Qué concepto tan ambiguo y a la vez tan debatido. Si no es por caso de debate es por caso de reclamación, pero el hecho es que la libertad a estado en bocas de muchos, de todos.

Cuántos movimientos y civilizaciones se han movido en torno a ella, y cuántos desde mi humilde opinión lo han hecho de una manera vacía de contenido, vacía de lo que realmente pueda llegar a ser. El reclamo de la libertad, llega a ser en muchos casos, muy utópico...

¿Te sientes libre?¿eres libre?¿qué es la libertad?... son muchas de las preguntas que se han lanzado en muchas de las clases a lo largo de mis estudios en la universidad. Y después de cinco años escuchándola, ahora puedo decir y con letra mayúscula que ¡SI!

Pero éste no es el tema de reflexión. El objetivo de esta publicación es analizar un poco cómo se lleva hoy día el concepto de libertad que se encuentra muy asociado a otros como la igualdad y la justicia.

¿Quién es igual a quien? ¿qué es justo y qué no lo es? ¿soy libre, hago lo que me dicen, o me siento reprimido?

Empezando por la igualdad, tema muy debatido en los últimos años. Resulta triste para mí que haya tanto afán porque la gente se sienta semejante a otros, sobre todo en el caso del hombre y la mujer. Se lucha por una igualdad que en realidad va más allá de lo puramente formal y laboral.

Yo digo, ¿igualdad de qué? si es que no podemos ser más diferentes. Es precioso y a la vez preciso asumir lo tan distintos que somos pero a la vez tan complementarios para ayudarnos a crecer junto con la otra persona y conjuntamente con toda la humanidad. Sobre todo desde el núcleo familiar. Yo asumo que soy mujer, y como mujer que soy, asumo las responsabilidades (gracias en mi caso) que en mi se han atribuido.

Todos somos distintos entre nosotros, yo distinta a mis padres, a mis hermanos, a mis compañeros... La humanidad crece desde el conocimiento de la misma. Sólo conociendo y asumiendo lo que somos, sólo sabiendo hacia dónde caminamos podremos llevar a cabo cosas, y podremos caminar hacia el bien común.

En relación a ello viene la justicia, una virtud que conviene alejar de lo que comúnmente llamamos "derecho a", ya que sabiendo y reconociendo los bienes propios de la humanidad, se ordena la sociedad caminando en pro a la libertad. Somos sociedad, y como tal, vivimos en comunidad.

Ahora entra en el rol el concepto de libertad. Porque el hecho de vivir en sociedad no quiere decir que "mi libertad acabe donde empieza la del otro", nadie se debe convertir en obstáculo para mi libertad (a no ser que estemos hablando de coacción), todo lo contrario, el resto, las personas de mi alrededor son los que me posibilitan una realización plena si desde el reconocimiento de un bien común, lo desarrollo en los demás y en última instancia en mí mismo.

Por tanto, volviendo al principio, todo empieza con el reconocimiento de la persona como persona, como lo que es y como lo que vale desde la dignidad que se le ha conferido.

La libertad de sentirse libre, viene dada en esto. La sensación de verdadera libertad que produce poder desarrollar tu voluntad en torno a un bien reconocido, y
dar todo de ti para llevarlo a cabo.

Reconocer la verdad y ser capaz de decidir anular y fomentar todo lo que camine a orientar mis actos hacia ella. En definitiva, se trata de algo mucho más interior que una reclamación de expresión u actuar.

miércoles, 26 de enero de 2011

Amar peligrosamente

El otro día, cuando me dirigía a dar las buenas noches a mis compañeras de piso para irme a la cama, las encontré viendo "Amar peligrosamente" una película basada en una historia que a nadie puede dejar igual, y que otra vez, me tentó a quedar en el sillón hasta las 00:00 que acabó.

Apartando de un lado la gran historia de amor que surge entre los protagonistas, hay que resaltar la verdadera historia de amor que ellos mismos tienen hacia la humanidad. El "amor peligroso" que requiere de toda tu persona.

Me da mucho qué pensar y qué reflexionar ver imágenes como las que se muestran en la película del devastado país de Etiopía, o de Camboya con los numerosos conflictos que ya ha vivido.

Día a día andamos por nuestro pequeño mundo con preocupaciones banales del día a día del tipo "¡ay!, que no tengo ropa para salir, pues no salgo", "¡ay!, vaya mierda el periodo de exámenes", "ay, si tuviera...", "si pudiese...", sin ser conscientes de las grandes carencias que hay en numerosas partes del mundo. No tenemos que viajar tantos kilómetros, sin irnos más lejos y dando la vuelta a la esquina de nuestras casa podemos no sólo encontrar a una sino a varias personas con carencias mucho superiores a las que podamos tener mucho de nosotros.

Las diferencias que podamos tener con las personas o con diferentes países del mundo no tienen por qué ser sólo materiales, porque existen también carencias de tipo educacional, social e incluso espiritual (la carencia que más duele y que más se siente).

Hace bastante poco escuché a una persona cercana a mí decir, que las diferencias que podemos tener con las personas no son culturales, porque además eso da lugar a asumir que no hay nada que hacer. Que es un hecho que el mundo está fatal repartido, por eso tenemos que asumir que no somos dueños de nada de lo que tenemos sino administradores.

Ahí queda la reflexión de la semana, que por lo menos ayude a valorar las numerosas gracias que tenemos.

jueves, 13 de enero de 2011

Un huequito por favor…

Ahora que acaba de empezar mi jornada laboral, puedo decir que la experiencia global no es muy positiva, sobre todo de cara a lo que se mueve en torno a este estilo de vida tan establecido. En una semana he podido materializar en mis recorridos en metro muchos de los conceptos aprendidos en la asignatura que tanto me gustó de sociología que aunque este escrito no lo dedique a ello, creo que se merecía una mención.

Lo que más me llama la atención de todo lo que envuelve un día de jornada laboral es transporte público. No quiero entrar en ninguna teoría establecida ni analizar aquellas de grandes sociólogos como Émile Durkheim, Max Weber o Alexis de Tocqueville, pero no puedo negar la sensación de hormiga en un hormiguero o de átomo en una partícula. Los motivo no me sobran.

Empiezo por la sensación tan horrible que produce estar circulando y caminado durante 40 minutos bajo tierra y saber que el aire que respiras casi no viene del exterior.

Por otro lado es el sentimiento de masa, porque ni siquiera queda en la mano de uno el ritmo que se desea llevar, hay tanto atasco de personas que no hay margen ni tan siquiera para ir esquivando. Esta situación llega a ser tan exagerada que en uno de los tramos en los que tengo que pasar de una línea a otra llegamos quedarnos parados como unos tres minutos porque hay atascos de personas hasta que la gente consigue organizarse para poder acceder a las escaleras mecánicas.

Lo que más me alucina de todo es el individualismo que existe y que se percibe en este tipo de situaciones. Puede resultar bastante contradictorio hablar de masas e individualización en un mismo concepto, pero es que no hay forma de verlo más relacionado. Y la mejor metáfora para poder explicar esta sensación es la siguiente imagen.

Todos nos levantamos para un mismo fin, ir a trabajar, muchos cogemos el metro para acceder nuestro lugar de destino, pero eliminando la capacidad de decidir el camino, el ritmo o incluso el tiempo empleado para ello ya esta establecido porque ya viene programado. Estamos dirigidos y manipulados por unos roles ya establecidos y lo peor de todo es que nadie sabe hacia donde ir ¿Cuál es el sentido, o cuál es el fin último de toda persona en la sociedad? Para muchas personas es tan sólo ganar un dinero suficiente para poder vivir o al menos sobrevivir.

En relación a lo que ocurre todas las mañanas el metro me indigna saber que ante todo este caos, ante todo este conglomerado de masa que se mueve bajo tierra con un mismo destino, la gran mayoría van inmersos en sus casco escuchando música y para peor desgracia leyendo un libro (no estoy en contra de ello, de hecho es la única forma personal de pasar el trayecto de forma más amena), que hace que su caminar sea dentro de una burbuja en la que ni siquiera hay posibilidad de giro cuando hay un pisotón, un empuje o una persona mayor con muletas que necesite un sitio para sentarse y tenga ir de pie. Con música y leyendo, la mirada sólo se levanta cuando se ha llegado al destino.

Para concluir, no quería dejar de mostrar la siguiente imagen.

Sé que se trata de un ejemplo exagerado. Se trata de una fotografía de Japón, donde debido a la gran afluencia que tiene el metro en ese país, han llegado incluso a contratar a empujadores de personas para hacer más efectivo el especio en un trayecto de metro.

Las líneas que tengo que coger todas la mañanas (línea 4 y 10, en determinadas paradas) les queda poco para llegar a este extremo porque no estamos muy lejos de quedar como “sardinas en lata”.

Desde que entro en la estación para ir a trabajar que son un total de 2, van sierre hasta arriba de gente, que te toca con sus manos, con sus barrigas y con la punta de sus narices en tu espalda que sirve de apoyo para que las personas que no llegan a agarrarse no se caigan en las exageradas curvas y los bruscos frenos que realiza en cada una de las paradas el metro.

He probado que el recorrido desde que llego a la primera estación hasta mi destino es una guerra de rápidos y habilidosos. Me entra una risa irónica cuando me fijo en las barbaridades que realiza la gente con tal de ganar una milésima de segundo más en su tiempo.

Juzguen ustedes mismo, pero no creo ser la única con esta sensación.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sin historia...


Poco se olvida se olvida. Y mucho se recrimina

Sábado 20 de Noviembre: 4º Concentración Antifascista en el Valle de los Caidos, 13hs. Frente al Valle

Sábado 20 de Noviembre: Manifestación Antifascista: "Recupera tu memoria, conquista tus derechos. ¡Lucha de clases!", 18hs. de Cibeles a Sol

Domingo 21 de Noviembre: Manifestación. Contra el fascismo y toda autoridad ¡Recuperemos la calle! 12h. Atocha –Tirso

Así venían convocadas las concentraciones “antifascistas” en torno al aniversario de la muerte de Franco. Y es que me parece increíble que después de tantos años se siga alimentando un odio en torno a personas e ideologías que ya no existen o que al menos ya no tienen pie en la sociedad de nuestros días.

Acabo de aterrizar de Londres y ha sido increíble ver cómo se sienten los ingleses orgullosos de su historia, buena o mala. Es una historia que ya forma parte del pasado y que los conforma de una forma que hace que sean lo que son y que los identifiquemos por cómo son.

¿Qué sería el Reino Unido sin lo que fue?, y del mismo modo, ¿qué sería España también sin lo que fue?

¿Existe algún sentido en borrar el pasado que nos determina como presente?

Borrando un pasado, borramos nuestra identidad.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El papa visita España


¿Qué hay detrás de tanta visita del Papa a España?

España está sufriendo una crisis de valores debido a la ejecución de nuevas leyes establecidas con el largo Gobierno de Zapatero, leyes que no cuestionan la Raya de lo moral o inmoralmente correcto. Y que dejan "libertad" de decisión y por tanto de actuación a las personas dejando que una ley dicte su conciencia sin conocimiento de causa o consecuencia.
El Papa aterriza en Santiago hoy 16 de noviembre de 2010 en Santiago de Compostela para "invitar a España y a Europa a edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere".