Cuántos movimientos y civilizaciones se han movido en torno a ella, y cuántos desde mi humilde opinión lo han hecho de una manera vacía de contenido, vacía de lo que realmente pueda llegar a ser. El reclamo de la libertad, llega a ser en muchos casos, muy utópico...
¿Te sientes libre?¿eres libre?¿qué es la libertad?... son muchas de las preguntas que se han lanzado en muchas de las clases a lo largo de mis estudios en la universidad. Y después de cinco años escuchándola, ahora puedo decir y con letra mayúscula que ¡SI!
Pero éste no es el tema de reflexión. El objetivo de esta publicación es analizar un poco cómo se lleva hoy día el concepto de libertad que se encuentra muy asociado a otros como la igualdad y la justicia.
¿Quién es igual a quien? ¿qué es justo y qué no lo es? ¿soy libre, hago lo que me dicen, o me siento reprimido?
Empezando por la igualdad, tema muy debatido en los últimos años. Resulta triste para mí que haya tanto afán porque la gente se sienta semejante a otros, sobre todo en el caso del hombre y la mujer. Se lucha por una igualdad que en realidad va más allá de lo puramente formal y laboral.
Yo digo, ¿igualdad de qué? si es que no podemos ser más diferentes. Es precioso y a la vez preciso asumir lo tan distintos que somos pero a la vez tan complementarios para ayudarnos a crecer junto con la otra persona y conjuntamente con toda la humanidad. Sobre todo desde el núcleo familiar. Yo asumo que soy mujer, y como mujer que soy, asumo las responsabilidades (gracias en mi caso) que en mi se han atribuido.

Todos somos distintos entre nosotros, yo distinta a mis padres, a mis hermanos, a mis compañeros... La humanidad crece desde el conocimiento de la misma. Sólo conociendo y asumiendo lo que somos, sólo sabiendo hacia dónde caminamos podremos llevar a cabo cosas, y podremos caminar hacia el bien común.
En relación a ello viene la justicia, una virtud que conviene alejar de lo que comúnmente llamamos "derecho a", ya que sabiendo y reconociendo los bienes propios de la humanidad, se ordena la sociedad caminando en pro a la libertad. Somos sociedad, y como tal, vivimos en comunidad.
Ahora entra en el rol el concepto de libertad. Porque el hecho de vivir en sociedad no quiere decir que "mi libertad acabe donde empieza la del otro", nadie se debe convertir en obstáculo para mi libertad (a no ser que estemos hablando de coacción), todo lo contrario, el resto, las personas de mi alrededor son los que me posibilitan una realización plena si desde el reconocimiento de un bien común, lo desarrollo en los demás y en última instancia en mí mismo.
Por tanto, volviendo al principio, todo empieza con el reconocimiento de la persona como persona, como lo que es y como lo que vale desde la dignidad que se le ha conferido.

La libertad de sentirse libre, viene dada en esto. La sensación de verdadera libertad que produce poder desarrollar tu voluntad en torno a un bien reconocido, y
dar todo de ti para llevarlo a cabo.
Reconocer la verdad y ser capaz de decidir anular y fomentar todo lo que camine a orientar mis actos hacia ella. En definitiva, se trata de algo mucho más interior que una reclamación de expresión u actuar.
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